La magia de la creación radica en ese preciso momento, en que dos personas, bajo diferentes circunstancias nos convocan para tener vida, y por algún extraño sorteo, de esas ocasiones, resultan los ganadores, lo que tendremos la oportunidad de crecer dentro de un vientre por tiempo indefinido; y digo indefinido, por que no todos logramos cumplir el tiempo de estadía, para conocer la luz.
Somos parte de las grandes maravillas de la naturaleza, cada uno de nosotros, en su momento, ganamos la batalla, resultamos triunfadores en la carrera, y comenzamos a ser parte de algo más grande, así como así. De la nada, comenzamos a ser alguien, aunque diversos “especialistas” dicen que antes de los 4 meses o menos somos algo, por no tener “conciencia”.
Pero ese no es mi tema, por lo menos no todavía.
En ese mágico momento, comenzamos a tomar nuestras primeras formas. Somos pequeñitos, pero no invisibles. Conforme los días pasan, cada diminuta parte de nosotros, se va formando, no pasa un solo día sin que, en ese proceso de gestación haya cambios en ese pequeño huevesillo, que fuimos.
De pronto, desde adentro, comenzamos a sentir, comenzamos a observar, comenzamos a SER. De ser parte de la nada, pasamos a formar parte, de lo que algún día será ALGUIEN. Aunque muchos nos quedamos a la mitad del camino, de ese principio del viaje, que llamamos vida.
Mi nombre… no importa; puede ser el de tu hijo, el de tu padre, o madre, puedes darme el tuyo, si te apetece. Pero eso no cambia mi historia, que aunque es corta, dejo marcada la existencia de los involucrados; pudo haber sido a la tuya, pero corriste con mejor suerte que yo.
Me hubiera gustado ser tú, haber tenido las oportunidades que tu tienes; no me hubiera importado haber sido niño o niña, o haber sido obeso, o muy delgado, o haber tenido un rostro horrible, o uno hermoso. No me hubiese importado ser alto o delgado, sabiendo lo que sé, y habiendo pasado por lo que tuve que vivir, lo hubiera cambiado gustoso, por si quiera tener una segunda oportunidad. Aunque hubiera tenido el nombre más feo del planeta, hubiera tenido la oportunidad de vivir, de conocer, de ver, de oler, de saborear, de disfrutar, hubiera podido AMAR, abrazar, hubiera hecho tantas cosas.
HUBIERA, es curiosa esa palabra, por que es la representación máxima, de lo que pudo haber sido, de lo que nos gustaría que fuese verdad; pero que NUNCA lo será.
Ni siquiera sé, si hubiera sido niño o niña.
¿Aún no te imaginas lo que me sucedió?
Soy un bebe abortado, un ser que pudo haber sido alguien, pero que fue obligado a ser nuevamente, parte de la nada. Me arrebataron lo poco que tenía, despedazaron mis sueños, de la misma manera que hicieron trizas mi cuerpo. No he conocido dolor más grande que amar a alguien, que nunca te quiso, o que por lo menos, no lo hizo lo suficiente, como para que tu vida, hubiese sido más importante que tu muerte.
Sentir ese grado de rechazo, darte cuenta realmente que no vales nada, para ese alguien que se supone, esta pasando por la etapa más sublime de su vida, y al hacerlo, su “pareja” pasa por un proceso similar.
Si el mundo fuera un lugar justo, las cosas serían muy distintas. Pero las cosas, siguen siendo lo que son, siempre lo han sido, mucho antes de que yo existiera, y aun después de mi corto periodo de vida, lo seguirán siendo, el mundo continuara girando. Nadie es indispensable, y eso lo se mejor que nadie.
Y es precisamente por esa razón que he decidido, relatar mi historia. Tal vez, yo ya no exista, tal vez ya no pueda ser alguien, pero si de algo sirve mi pequeña voz, si con mis palabras puedo evitar que se siga cometiendo el mismo error. Mi muerte no habrá sido en vano, si con ello, logro salvar por lo menos una vida.
De la nada, comencé a ser alguien; sorpresivamente conforme el tiempo avanzaba, y comenzaba a ser conciente de algunas cosas, complejas en su simplicidad; pero no por eso menos magnificas. Era un ser vivo, diminuto en mis dimensiones, pero increíblemente grande, en cuanto a la maravilla, que mi existencia representaba.
Durante mi primer mes, comencé a tomar forma, se podía observar mi cabeza, y lo que sería mi medula espinal. Y de repente, sin más, algo dentro de mi pecho comenzó a zumbar, su sonido, se abrió paso, dando nacimiento a mi corazón y a mis primeros latidos. Tenía corazón, pequeñito, pero suficiente para irrigar mi cuerpo con la sangre y nutrientes que necesitaba para seguir creciendo.
El segundo mes, fue aun más impresionante, la velocidad con la que me desarrollaba era increíble, ni siquiera yo sabía que esperar, o que forma tomaría. De mi cuerpo, comenzaron a crecer mis piernas y brazos, y en ellos mis dedos. De pronto, tenía vista, tenía boca, y nariz; para mi tercer mes, podía moverme; era capaz, de abrir y cerrar mis manos, podía durar mucho tiempo observándolas.
Las maravillas de la creación, y saber que yo era una parte importante de ella, me llenaba de orgullo.
El día que escuche su voz por primera vez, me tomo por sorpresa, esa mujer, sería mi madre, aunque de hecho ya lo era. Sabía que estaba dentro de ella.
Ella era mi templo, mi casa, era mi mundo. Me emocionaba escucharla, su voz podía tranquilizarme rápidamente. Que magnificas sensaciones, provenían de esta persona, no necesitaba saber su nombre, yo le tenía un apodo magnífico: MAMÁ. No me importaba como fuera su apariencia, me bastaba con saber que era parte de ella, para amarla. Era su fan número uno, siempre al pendiente, de sus movimientos. Nunca imagine, que seria ella, quien tendría la última palabra durante mi juicio final.